"El portero no se creyó que sufro una discapacidad. Intenté explicarle varias veces que hablo con dificultad por una minusvalía, pero pensaron que estaba borracho y me echaron a empujones". Un joven murciano de 26 años pretendía pasar una noche de fiesta junto a varios amigos en una discoteca de Palma. Pero se topó con la incredulidad de un portero que confundió su discapacidad con una borrachera, le negó la entrada y le echó por la fuerza del local. "Nunca me había pasado algo así", asegura el joven afectado.
Esteban, un ingeniero agrónomo de Cartagena que ultima su proyecto de fin de carrera, eligió Mallorca junto a sus compañeros de clase como destino para disfrutar de un viaje de estudios. El sábado por la noche decidieron salir a divertirse. Tenían invitaciones para entrar en un conocido local del Paseo Marítimo y decidieron aprovecharlas. "Cuando me acerqué a la puerta de la discoteca, un portero me paró. Me dijo que me fuera a dar una vuelta y que volviera cuando estuviera sereno", recuerda el joven.
"Tengo una minusvalía leve que me afecta al habla y me hace caminar con cierta dificultad", explica Esteban. "Supe que había confundido esta discapacidad con una borrachera, y le expliqué que no estaba ebrio, sino que tengo una minusvalía. Pero volvió a decirme que me fuera. Yo intenté de nuevo hacerle entender que estaba equivocado". Los esfuerzos del joven por acabar con el malentendido no sólo no dieron frutos, sino que se volvieron contra él. "Entonces llegó otro empleado de la discoteca y, con muy malos modos, me echó a empujones hacia la calle".
Humillado y amargado, decidió alejarse de la puerta. Parece ser que los porteros del establecimiento advirtieron entonces que habían cometido un tremendo error y trataron de enmendar su actuación. "Después de haberme hecho quedar como un alcohólico frente a varias personas, me llamaron a voces. No sé si lo hicieron para dejarme pasar por pena o para seguir tratándome a patadas", explica. Pero era ya demasiado tarde. El aludido optó por no hacer caso a quienes momentos antes le habían tratado "como si fuera un despojo humano", según sus propias palabras. "Ya me habían amargado la noche y no estaba de humor".
La distancia no ha rebajado su indignación. Ya desde su casa de Cartagena, el joven recuerda con amargura el mal trato sufrido en el Paseo Marítimo de Palma que arruinó una noche de diversión. "Es indignante que una discoteca con el nombre que tiene se permita hacer estos desprecios. Parece mentira que en el siglo XXI pasen estas cosas", apunta. "Por supuesto, perdieron la entrada más las copas de todos los que estábamos en el grupo, aunque supongo que les dará igual, ya que les sobran los clientes".
Y es que este estudiante murciano no había tenido que hacer frente nunca a una situación de discriminación similar a la ocurrida en Palma. "Cuando salgo de marcha siempre voy a explicarles a los porteros mi minusvalía para que no haya problemas. Nunca me habían tratado de esta manera. Al fin y al cabo soy un discapacitado, no un borracho de esquina", sentencia.
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¿Donde vamos a llegar si una persona, por el hecho de no andar correctamente va a tener que defender que no está bebido? ¿y que derecho le da esto a alguien para tratar mal a una persona?
Fuente
Esteban, un ingeniero agrónomo de Cartagena que ultima su proyecto de fin de carrera, eligió Mallorca junto a sus compañeros de clase como destino para disfrutar de un viaje de estudios. El sábado por la noche decidieron salir a divertirse. Tenían invitaciones para entrar en un conocido local del Paseo Marítimo y decidieron aprovecharlas. "Cuando me acerqué a la puerta de la discoteca, un portero me paró. Me dijo que me fuera a dar una vuelta y que volviera cuando estuviera sereno", recuerda el joven.
"Tengo una minusvalía leve que me afecta al habla y me hace caminar con cierta dificultad", explica Esteban. "Supe que había confundido esta discapacidad con una borrachera, y le expliqué que no estaba ebrio, sino que tengo una minusvalía. Pero volvió a decirme que me fuera. Yo intenté de nuevo hacerle entender que estaba equivocado". Los esfuerzos del joven por acabar con el malentendido no sólo no dieron frutos, sino que se volvieron contra él. "Entonces llegó otro empleado de la discoteca y, con muy malos modos, me echó a empujones hacia la calle".
Humillado y amargado, decidió alejarse de la puerta. Parece ser que los porteros del establecimiento advirtieron entonces que habían cometido un tremendo error y trataron de enmendar su actuación. "Después de haberme hecho quedar como un alcohólico frente a varias personas, me llamaron a voces. No sé si lo hicieron para dejarme pasar por pena o para seguir tratándome a patadas", explica. Pero era ya demasiado tarde. El aludido optó por no hacer caso a quienes momentos antes le habían tratado "como si fuera un despojo humano", según sus propias palabras. "Ya me habían amargado la noche y no estaba de humor".
La distancia no ha rebajado su indignación. Ya desde su casa de Cartagena, el joven recuerda con amargura el mal trato sufrido en el Paseo Marítimo de Palma que arruinó una noche de diversión. "Es indignante que una discoteca con el nombre que tiene se permita hacer estos desprecios. Parece mentira que en el siglo XXI pasen estas cosas", apunta. "Por supuesto, perdieron la entrada más las copas de todos los que estábamos en el grupo, aunque supongo que les dará igual, ya que les sobran los clientes".
Y es que este estudiante murciano no había tenido que hacer frente nunca a una situación de discriminación similar a la ocurrida en Palma. "Cuando salgo de marcha siempre voy a explicarles a los porteros mi minusvalía para que no haya problemas. Nunca me habían tratado de esta manera. Al fin y al cabo soy un discapacitado, no un borracho de esquina", sentencia.
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